Era mi última semana en Buenos Aires. Era martes, luego la vida nocturna se parecía a un domingo en Bogotá pero mucho menos deprimente y claro todavía había lugares abiertos y muchos extranjeros que al igual que yo tenían sus últimos días en la ciudad. En el hostal conocí un par de chicos paraguayos que estaban locos de ganas por salir, tomar una copa o simplemente caminar; para ellos el viaje apenas comenzaba.
Yo quería algo tranquilo pues al día siguiente iba a recorrer la ciudad y no quería perder tiempo con resacas ni nada parecido. Así las cosas los tres muy arreglados y dispuestos a hacer de ese martes un martes diferente salimos a la calle y terminamos en un café tres cuadras abajo de corrientes caminando por 9 de julio y luego girando a la izquierda. El lugar era en un sótano, medio lúgubre pero era más o menos lo único abierto y cerca del hostal.
Había si acaso 10 personas contando los meseros, un par de parejas y nosotros, pero qué más daba, era martes en la noche en Buenos Aires y eso era suficiente para hacer de ese lugar, de ese fernet con coca y de esa compañía un momento único y memorable. Hablamos un rato, bebimos, fumamos y cuando decidimos cambiarnos de la barra a una mesa de las muchas que estaban vacías en el lugar, descubrí lo que en esta oportunidad me trae a esta historia.
Pasaba que en este cafetín de Buenos Aires el arte estaba por todos lados, en la decoración de la barra, en las historias de los meseros inmigrantes que estudiaban artes, en las sillas y mesas y sí, incluso pegado en las paredes. Pues resulta que justo al frente mío la pared estaba llena de obras con temática gay de artistas locales. Pero estas obras no eran simples dibujos, eran LAS OBRAS. Muchas estaban cargadas de colores brillantes, logradas con técnicas muy elaboradas con escenas súper eróticas que me recordaron mejores épocas, si saben a lo que me refiero.
El muro estaba lleno y yo no paraba de babear mirando cada detalle porque en cuanto al Arte, y especialmente en cuanto al Arte Gay se refiere, parezco un niño en una tienda de dulces: Me deleito analizando las técnicas, la composición y la forma en que el artista deja un poquito de su espíritu en cada trazo. Como sea estaba allí mirando pinturas cuando me perdí en la mirada de este chico de barba. Era la expresión de su rostro, sus labios carnosos, su barba y sus mechones de pelo cayendo sobre su rostro, pero era también era su actitud que me llamaba por mi nombre, era la profundidad de su mirada en la que podía leer historias de noches de pasión, pero también mañanas románticas abrazados esperando 5 minutos más antes de tener que levantarnos. Todo eso me transmitía ese chico.
Y bueno era también una técnica limpia, una obra lograda en crayones de colores sobre hojas de un directorio, algo muy recurrente en círculos de artistas bohemios que son mis preferidos. Mis nuevos amigos paraguayos me miraban medio aburridos al darse cuenta que me habían perdido, pero yo estaba feliz. Y no era solo porque disfrutaba cada momento frente a ese muro de escenas eróticas camufladas en cuerpos musculosos y torneados. No, lo que pasaba era que la mirada de ese chico de barba me cautivó, y casi que me decía susurrando al oído “te andaba mirando, sos un bombón, lleváme a tu casa”, o por lo menos eso era lo que me imaginaba luego de tres fernets con coca y par de cigarrillos.
Para mi sorpresa los dibujitos no solo eran decoración sino que estaban a la venta, lo cual fue una gratificante noticia para mi corazón pero una no tan buena para mi bolsillo, pues terminé haciéndome a 4 de las obras de este MONUMENTAL artista. Al final terminé más feliz que nadie en aquel bar y lo mejor es que de vez en cuando, ciertos días grises en Bogotá ese chico de barba me saluda desde el murito de al lado de la venta de mi cuarto, se queda mirándome y me susurra al oído los recuerdos de una noche de martes en Buenos Aires.
Tenías que ir a Bs As, tenías que ir a ese hostal, tenías que ir a ese recognito café, tenías que voltear tu mirada; todo porque tenías que encontrarte con «el chico de barba»
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Y traérmelo de vuelta
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