El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra, o bueno que envíe la primera nude. Y es que todos, sea cual sea la condición en la que la hayamos hecho, hemos enviado fotos empelotos. Se ha vuelto algo tan común, queridos lectores, que conozco muchos, si no cientos, de chicos que tiene sus propios archivos enteros de fotos para enviar y que, cuando llega el momento, cuando les piden las dichosas fotografías en bola, simplemente entran a una amplia biblioteca donde escogen que quieren mostrar: el culo, las piernas, la espalda, el abdomen, el pecho, la verga…
Y es que cada quien tiene lo suyo. Cada uno sabe cuál es su mejor ángulo, que postura se le ve bien, desde donde las piernas lucen fornidas, como hacer para que la nariz le salga respingona, los ojos redondos, el pecho más grandes, los bíceps gigantes o disimular la pancita. Claro, que estoy hablando desde la experiencia propia, obvio, si no de dónde más. La cosa es que cuando comencé, por allá en el precámbrico de las redes sociales, la cosa no era tan fácil. Se tomaba foto el que tenía cámara digital, los celulares con suerte tenían para jugar culebrita y una foto empeloto, una buena, tomada con cámara digital y pasada al computador valía oro, debía ser conservada y claro que no se le enviaba a cualquiera (además que el internet era lentísimo no lo olviden, y subir una foto tardaba un montón)
En aquella época queridos lectores, en el oscurantismo de la tecnología, antes de que todo recibiera nombre, mandábamos la webcam. Y eso, señores y señores, sí que era el hit. La webcam no ocultaba nada, ahí sí salía uno al natural, con todos sus defectos, sin filtros, sin retoques. Tampoco había miedo de que le robaran a uno ninguna foto porque la calidad era pésima y creo que más del 60% de la imagen era completada por un esfuerzo mental de imaginarse a la otra persona. En esa época, el monopolio del sexo casual era manipulado por gay.com o Manhunt, algo así como los abuelitos de Grindr y Scruff, pero con la particularidad que uno tenía que estar amarrado a un computador. A un portátil si tenía suerte, pero definitivamente mucho menos móvil que ahora.
Y no piensen que esto es mero recuerdo infame de tiempos pasados debido a la nostalgia que me da porque se acerca mi cumpleaños. Pues un poco sí, pero tiene mucho que ver con todo, porque no se imaginan lo que es tener que estar amarrado un computador para ligar por redes (bueno tal vez muchos también lo hayan vivido, a ellos mi saludo) El caso es que, piensen que el ligue tenía horarios. Una cosa es estar con el Grindr pegado en la mano como ahora, ligando hasta en una reunión de la oficina, y otra muy diferente es tener que esperar a llegar a la casa para ver perfiles de manes empelotos y mandarse fotos y ponerse la webcam. Generalmente se hacía de noche, en lo oscuro de la habitación, en un lugar privado, y todo eso le daba cierto dramatismo e incluso romanticismo a la situación.
Pero bueno, no más de nostalgias del pasado, que yo soy el primero en defender los móviles y los filtros, porque gracias a ellos es que he logrado verme medianamente decente (es broma). Ahora, en nuestro 2017, cuando todo tiene nombre y lo que no tiene se le pone, poner webcam o mandarse fotos empeloto se llama Send Nudes, tal vez para mitigar lo escabroso que puede sonar “déjeme ver su verga” o “¿tiene fotos de su culo?”. Que no me malinterpreten, que no estoy en contra de mandarse fotos. Al igual que con las fotos en redes, estoy completamente convencido que cada quien es libre de mostrar su cuerpo donde sea y como sea, y al revés me parece muy lindo ver gente orgullosa de sus abdominales, de sus músculos, de las horas y horas de rutina en el gimnasio para lucir un cuerpo tal y como lo quieren (me incluyo en este grupo). Incluso me alegra ver gente que le fascinan sus vellos y su barba (vuelvo y me incluyo), sus gorditos, sus estéticas fuera de lo común (me sigo incluyendo), chicos que se autodenominan osos, twinks o lobos (como yo) y que hacen gala de sus cuerpos velludos fornidos y masculinos.
Lo que pasa es que, como todo, cuando algo se hace por repetición vacía y sin sentido, va perdiendo el encanto. Siento que mandar una nude se ha vuelto algo repetitivo y monótono. Ya no hay esa emoción de antes de tomarse la foto, de tratar de salir de la mejor forma o verse sexy. Siento que es simplemente un paso más del eterno interrogatorio de: “dónde vives, qué rol eres, send nudes, etc.” Por eso, queridísimo lector que has superado este largo desvarío literario y has llegado hasta este punto, la próxima vez que envíes un nude, sea a quien sea que se la mandes, acuérdate de mí y no envíes una foto por enviarla. La próxima vez, has algo diferente, algo atrevido, algo digno de recordar, piensa que ese cuerpecito tuyo es digno de admirar y no que es parte de un catálogo de exhibidor. Piensa que también es rico descubrirse poco a poco, dejar algo para la imaginación, armar la foto entera con ese 60% o 30% o 10% mental que hace falta, que no vemos, que nos imaginamos… y obvio send nudes cuando quieras.
Foto: @bennyboo1989
Gran prosa y muy íntimo tu tono para narrar, gracias por publicar estos blogs. Me hacen reir mucho y son entretenidos para esos momentos de reflexión. Bueno buen dia y que nunca te falta la inspiración para compartirla.
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Pues muchas gracias! esa es la idea. Un abrazo
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