Últimamente cada vez que abro mi Facebook aparece uno o dos estados, si no más, del tipo “¿cómo amanecieron sus relaciones tóxicas? ¿Ya les revisaron el móvil en la mañana?” Claro, es sarcasmo puro y duro, y se ha convertido en una tendencia en las redes. Es como una forma de burlarse de quienes manejan patrones de relaciones perjudiciales. Sin embargo, más allá de darme risa me pone a pensar en las supuestas relaciones tóxicas.
Que después de haber vivido un par de veces situaciones similares, es decir irrespeto, infidelidad, revisadas de móvil y muchas más cosas que no vienen al caso, no me da precisamente risa estar involucrado en este tipo de patrones de conducta, más bien me corre un escalofrío por la espalda y un poquito de rabia con esos exnovios que tuve.
Y bueno a estas alturas lo reconozco plenamente, he pasado por allí un par de veces, pero lo cierto es que no creo que sean relaciones tóxicas, ni personas tóxicas. De hecho, no creo que las relaciones tóxicas existan.
Ya lo sé, vendrán a mi diciendo y reclamando porque no creo eso: ¿y si no son tóxicas que son? La verdad es que pienso que ni las personas ni las relaciones son tóxicas porque cada uno tiene su punto de vista. Y es que es como un juego en el que cada uno ve lo que pasa desde su lado de la cancha. Pensar que algo o alguien es tóxico es culpar a los demás de asuntos que siempre ha estado en nuestras manos pero que sobre todo tiene diversas lecturas, diversas interpretaciones.
De hecho, siento un poco que decir que tal personaje u otro amigo estaba en una relación tóxica, es victimizarlo. En el mundo queridos lectores existimos miles de hombres que no somos ni buenos ni malos, somos simplemente el resultado de nuestro crecimiento, de nuestro aprendizaje y de lo que hemos vivido, somos simplemente humanos.
En el mundo hay hombres que son egoístas, secos, fríos, distantes emocionalmente, desleales, infieles, personas que nunca aprendieron a dar más de lo que recibían de su familia y amigos. Pero también hay muchos victimizados, sin autoestima, tristes, subvalorados, personas que aprendieron de lo que veían, de su realidad. Ninguno de los dos es bueno ni malo, simplemente son el resultado de lo que han conocido.
La gente siempre va a actuar desde lo que conoce, desde lo que puede dar, siempre van a tener defectos, en menor o mayor medida. Siempre va a haber un exnovio lindo que recordamos con cariño y otro que odiamos por que nos hizo daño. Ambos con cualidades y defectos, pero no tóxicos. Y es que, si lo pensamos con cuidado, al menos una vez fuimos los “malos” de la relación, y ello no quiere decir que seamos tóxicos.
Y si no es tóxico ¿Cómo llamar una relación en la que no hay confianza ni respeto? ¿una relación en la que todo el tiempo nos pasan conversaciones con tipos por el frente de la cara? ¿una relación en la que a pesar de saber que estoy con un completo imbécil sigo comiéndole toda la mierda?
Pues esto se puede llamar una relación de irrespeto personal, y déjenme decirles que no solo aplica a la pareja sino con todo el resto de la humanidad. Antes de ir corriendo diciendo que estaba en una relación tóxica, que mi exnovio era un personaje tóxico, e incluso que x o y amigo es tóxico, es preferible entender que la primera relación “supuestamente tóxica” que debemos erradica es con nosotros mismos.
Si no comenzamos a respetarnos, a valorarnos y a ponernos limites con la gente seguiremos comiendo toda la basura que cualquiera se le ocurra lanzarnos encima, y esto queridos lectores incluye familia, colegas de trabajo, jefes y amigos cercanos.
Se trata de poner límites. Cada uno de nosotros somos los directos responsables y quienes permitimos que las personas nos lastimen, nos irrespeten, nos hieran o por lo contrario nos respeten, nos amen y nos valoren como es debido.
Claro que para mí es muy fácil decirlo ¿verdad? No porque nunca me haya pasado, sino todo lo contrario, porque me ha pasado tantas veces que he aprendido a la fuerza. Esta es la parte difícil queridos lectores, que en estos casos generalmente aprendemos es de la experiencia propia. Sin embargo, un buen primer paso es dejar de estar culpando a los demás y hacer algo, cortar con estos patrones y dejar de victimizarnos.
Fotografía: IG @dombarbudo